Conocer el tipo de piel de tu rostro es el primer paso para adecuar la mejor rutina de cuidados diarios que necesitas. Además permite evaluar con detalle algunas condiciones específicas o patológicas que se deben corregir. A continuación los 5 tipos de piel que puedes tener la piel de tu cara:

Piel Normal

La piel normal está bien equilibrada: no es demasiado grasa ni demasiado seca. Esta piel se caracteriza por tener poros finos, buena circulación sanguínea, textura aterciopelada, suave y lisa.
Además tiene una transparencia uniforme de color rosado, fresco, ausencia de impurezas y no es propensa a la sensibilidad.
 

Piel Seca

Tipo de piel que produce menos sebo que la piel normal. Como consecuencia de la falta de sebo, la piel seca carece de los lípidos que necesita para retener humedad y formar un escudo protector frente a influencias externas. La piel seca puede percibirse tirante y áspera, con aspecto apagado.
 

Piel Grasa

Tipo de piel que tiene una elevada producción de sebo. Esta producción excesiva se denomina “seborrea”. La piel grasa tiene brillo y poros visibles. La piel grasa es propensa a comedones y a formas diversas de acné.
 

Piel Mixta

La piel mixta es, como su nombre indica, una piel que consta de una mezcla de tipos de piel. La piel mixta se caracteriza por una Zona T grasa (frente, mentón y nariz), poros agrandados en esta zona con algunas impurezas, y mejillas entre normales y secas.
 

Piel Sensible

Aparece cuando está deteriorada la función de la barrera protectora de la piel, dando lugar a que la piel empiece a ser vulnerable a irritantes externos, como bacterias, sustancias químicas, alérgenos u otras. Los síntomas pueden aparecer en la cara, el cuerpo y el cuero cabelludo y entre ellos destacan el enrojecimiento, la descamación y la hinchazón. Pueden ser pruriginosos y perturbar la vida cotidiana, con la consecuencia de un intenso malestar físico.
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